Miedo al Fracaso.

     El miedo al fracaso, es una de las emociones que más paraliza, bloquea y frena la consecución de nuestros deseos y crecimiento personal. En muchas ocasiones deseamos realizar proyectos, relaciones sociales, actividades, jobies,etc. En nuestra ensoñación, nos imaginamos tanto lo bueno como lo malo, es decir, lo que sentiríamos al conseguirlo, cómo sería, la manera de conseguirlo, lo que pensarían de nosotros las personas de referencia, lo que nosotros mismos pensaríamos de nosotros mismos, etc.       Algunas personas tienen una tendencia natural a detectar lo bueno y otras a detectar lo malo. Unas anticipan las oportunidades y otras las pegas o peligros posibles. Pero no solamente interviene esa disposición a ser optimista o pesimista; sino, todos las influencias familiares, sociales, experienciales y culturales que hayamos vivido.

La autoestima se encuentra muy relacionada con esta sensación, no solamente hay que centrar la atención en los pensamientos anticipatorios de consecuencias negativas, al pesimismo, al fijar la atención en las posibles pegas. Si no, a la dinámica narcisista, que repercute en lo que sentiríamos, lo que nos diríamos a nosotros mismos si ocurriera esa anticipación negativa, esos "y sis"y "a ver sis".

En esa dinámica narcisista, y siguiendo la teoría de Hugo Bleichmar, destacamos un triángulo en interrelación, un triángulo formado por tres vértices:

 

 

El primero sería nuestra representación del self, o de nosotros mismos, qué visión tenemos de nosotros mismos. 

El segundo, serían las idealizaciones, lo que deberíamos ser, las ambiciones. 

El tercero, sería la conciencia crítica, nuestro juez interno. Este juez puede ser más o menos flexible, más o menos crítico. 

 

En función de la interrelación de estos tres aspectos, podemos establecer la dinámica del narcisismo u autoestima.

En el caso que nos ocupa, el del miedo al fracaso, tenemos que pensar en:

- Una representación baja de sí mismo o por una falta de figuras con las que referenciarse o identificarse, por excesivas descalificaciones, críticas en diferentes entornos vinculares, descalificándose ante posibles ataques o por culpa, o por sucesos traumáticos.

- Una alta idealización o deberías, estos deberías pueden venir de discursos grandiosos familiares, culturales, con sus exigencias y deberías sociales; también podría aparecer esta alta idealización por una compensación de sentimiento de inferioridad.

- Y un juez o conciencia muy crítica e inflexible, que para justificar los juicios negativos rebaja la representación de nosotros mismos o eleba las idealizaciones, establece elevadas normas de exigencia y de cumplimiento con los ideales. 

 

Algunas veces, para que el miedo sea menor, nos paramos en varios sitios antes de abordar lo que realmente queremos abordar, o nos ponemos obstáculos insalvables, algunas veces eternos, por si fracasamos poder justificarnos a posteriori, para que el daño sea menor, para que la caida narcisista sea menor, en el caso de que suceda. 

Algunas veces caemos en el victimismo, en la queja, en la enfermedad física, en el no cuidarnos, para que nos cuiden otros, para que otros tomen el papel que a nosotros nos toca. Para que otros se hagan responsables de nosotros. 

Algunas veces, caemos en las adicciones, porque nos sirven de escondite, de cueva, de justificación, de traba, de anestésico, de regulador de nuestras emociones, u ocupa un sitio en lo afectivo.

Algunas veces, anulamos nuestros deseos, porque si deseáramos tendríamos que asumir el intentarlo, y al intentarlo el posible fracaso y la consecuente ruptura narcisista. 

 

Nicolás Luengo

Especialista en psicoterapia por la EFPA.

 

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